abril 4

Yoga es unión

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A lo largo de nuestras vidas, desde el momento en que nacemos, experimentamos un continuo cambio. La vida misma es cambio constante. Entonces, entre tanto cambio, ¿a qué unión hace referencia la palabra yoga? ¿A qué es posible unirse, si la vida es cambio?

 Uno de los textos tradicionales hindús es el Bhagavad Gita. Nos relata la historia del gran guerrero Arjuna detenido justo antes de una gran conflagración. En el otro bando, parientes cercanos, maestros y amigos se enfrentan a él, ocupando el lugar del enemigo. Arjuna suelta sus armas. Entra en conflicto. Duda.  Se niega a pelear, y entabla un diálogo con la deidad Krishna. Este diálogo reúne los más completas y hermosas significados de lo que es el yoga.

“Así como las ropas viejas son cambiadas por nuevas, así el alma cambia de cuerpos” señala Krishna en una de sus respuestas. Más que caer en una discusión acerca de la veracidad o no de la reencarnación, a lo que apunta esta cita, es que, ante el cambio hay algo que permanece, que conserva un núcleo constante.

Si vemos hacia atrás, hacia nuestro recorrido personal, podemos constatar que la personalidad que éramos de niños ha cambiado hasta el momento actual. Incluso podemos ver cómo según el entorno, amigos, padres, clientes o hijos, nuestra personalidad también cambia.

“Personalidad” es una palabra griega que viene de ”persona” (máscara). Se refiere a los diferentes roles que asumimos, a las diferentes máscaras que nos ponemos ante la vida para desenvolvernos en ella.

Asumir esta máscara como identidad, como núcleo del yo, comprende un peligro: su fatuidad, la presunción que nace de la necesidad de complacer dictámenes impuestos desde fuera.

«El cuerpo es mortal, pero la persona que mora en el cuerpo es inmortal e inconmensurable» Afirma Krishna.

No tratamos aquí de hacer un juicio de valor entorno a la personalidad. Si coincidimos en que la personalidad es un aspecto externo y que no tiene una corporeidad sólida, que genere una cohesión suficiente, un núcleo estable, podemos vernos enfrentados al vacío, a la sensación de una vida fragmentada ante tanto cambio, donde sólo vemos máscaras y donde sólo somos máscaras.

 “Uno vive eternamente en la inconsciencia de 'figurar'. Es lógico que, al suspender por un momento ese intento dramático (en todos los sentidos de la palabra), uno perciba una desfiguración: nadie. " Armando Rojas Guardia en su obra El Dios de la Intemperie

¿Qué puede haber en nosotros, que sea constante y por lo tanto capaz de cambiar de ropas y de ponerse máscaras? La consciencia. El acto consciente, la consciencia pura. Una de las metáforas de la consciencia pura, esa que no cambia, es la de la pantalla del cine. La pantalla del cine es blanca. Sin embargo, cuando se proyecta sobre ella una película, esta refleja todo un universo completo, donde pasan miles de eventos. Al acabarse la película ella sigue exactamente igual que al principio, y lo que es mejor, durante toda la película ella ha sido siempre la misma, y esta característica es la que ha permitido a la película acaecer, suceder. Así es la consciencia pura. La capacidad innata de observarnos que no ha cambiado a lo largo de nuestras vidas y sobre la que hemos puestos tantas máscaras.

Yoga, por tanto, busca la unión con la consciencia pura, es decir, ese principio inmutable, eterno, que no ha cambiado nunca y sobre el cual se ha proyectado la película de tu vida. Al entender que tu realidad es ese principio, podemos ver más allá de todo condicionamiento y entender ese que vacío (la pantalla en si no tiene nada) sin embargo lo contiene todo.


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