El proceso de aprender es igual al de cambiar : a veces duele. Por eso, en el camino de aprender algo que nos apasiona es fundamental saber que estamos en manos de un buen profesor. Te comparto 10 cualidades que los buenos profesores, tienen en común y espero que te sirvan para elegir con quien sientes tú que tu proceso de aprendizaje será más bonito, aunque a veces duela un poquito.
1. Un buen profesor te recuerda que estas aprendiendo:
Un buen profesor reconoce que estás en proceso de aprendizaje. Te recuerda constantemente que aprender es un proceso y que si supieras aquello que fuiste a aprender, no estarías allí. La aspereza que todos sentimos cuando empezamos a asimilar nuevas destrezas, se ve suavizada por la sonrisa del buen profesor que con paciencia te recuerda que aprender es un proceso.
2. Un buen profesor explica con claridad:
Un buen profesor explica con claridad. No pretende oscurecer las formas para parecer más interesante o sofisticado. Tiene tan claro el objetivo a enseñar que te lo explica con detenimiento, por partes, sintiendo gusto por lo que está enseñando y volviendo atrás cada vez que sea necesario para que tú entiendas. Entiende que todas las formas de asimilar son diferentes y se esfuerza por interpretar qué estás entendiendo tú para adaptarse a tu forma de ver las cosas. La importa ser entendido.
3. Un buen profesor te enseña a no pedir disculpas por equivocarte:
Un buen profesor te enseña a no excusarte cuando lo haces mal. Te hace sentir que tienes permiso de equivocarte ya sea con una sonrisa o hasta diciéndote, no te disculpes, estás aprendiendo, por eso estás aquí. Cuesta no disculparse por hacerlo mal aún cuando estamos aprendiendo así que ese recordatorio te conecta con la humildad, cualidad imprescindible para aprender.
4. Un buen profesor te enseña a hacer las cosas por ti mismo:
Un buen profesor te enseña a hacer las cosas por ti mismo. No tiene interés en demostrarte sus destrezas a menos de que sea para inspirar tu camino de aprendizaje. Te enseña algo y se toma el tiempo necesario para esperar a que tu mente y cuerpo lo procesen y lo hagas por ti mismo, a tu ritmo, mientras te observa y asiente.
5. Un buen profesor siempre ve algo bueno en ti:
Un buen profesor siempre tiene ojos para ver lo bueno. Aún cuando tenga algo que aportarte y te señale dónde puedes mejorar, un buen profesor encuentra algo que estás haciendo bien y hace énfasis allí para que tengas una fortaleza desde el cual seguir mejorando.
6. Un buen profesor balancea la técnica con la libertad a la hora de enseñar:
Un buen profesor te enseña la técnica y al mismo tiempo da espacio para que la expresión genuina y pura de tu corazón pueda surgir. Es decir que su enseñanza mantiene un equilibrio adecuado entre disciplinarte para que aprendas a hacerlo bien y al mismo tiempo te da la libertad para que la tñecina no te haga olvidar del disfrute.
7. Un buen profesor es puntual:
Comenzar con puntualidad es sinónimo de respeto, de que valora el tiempo dedicado a la enseñanza y no se demora bajo ningún pretexto en el tiempo elegido para la práctica en usar otras coas, ni postponerlo.
8. Un buen profesor sabe cobrar por su trabajo:
Muchas veces se nos hace caro pagar una mensualidad de clases grupales o una sesión privada pero dejamos la misma cantidad de dinero o mucho más en una comida o en un jersey. Un buen profesor valora sus talentos, su energía y sabe cobrar por lo que enseña. No acepta regateos pues si no hay un intercambio energético adecuado, el mismo estudiante, tarde o temprano se verá afectado por ese desequilibrio. Por eso un buen profesor cobra y recibe el pago con gusto.
9. Un buen profesor no hace comparaciones entre sus alumnos:
Un buen profesor no te compara con nadie, ni con él mismo, ni con los compañeros porque entiende que cada cual es único. Sin embargo, sabe compararte contigo mismo cuando no sabías hacer lo que ahora sabes y te recuerda lo mucho que has avanzado cuando las ganas de saber aún más hacen que se te olvide.
10. Un buen profesor tiene una presencia acogedora:
Un buen profesor tiene una presencia acogedora. Te sientes a gusto a su lado. Por muy bueno que sea el profesor, el proceso de aprendizaje es un proceso en el cual todos nos sentimos vulnerables y aparecen sensaciones como la vergüenza o la frustración y nos sentimos pequeños. El profesor te acoge con su grandeza y te sientes con la confianza suficiente para dejar que esas emociones contractivas surjan y desaparezcan. Su mirada, su sonrisa, sus silencios, su paciencia, su entusiasmo y sus palabras son un bálsamo en el arduo arte de salir del cascarón en el que estamos.
Personalmente me siento muy agradecida por los buenos profesores que he tenido en mi vida, y cuando algún alumno se me acerca a darme las gracias por lo que ha aprendido conmigo me siento infinitamente honrada y feliz porque sé lo bien que se siente que te acompañen bonito en el proceso de crecer, en el proceso de aprender.