Cuando sembramos una semilla, lo primero que ocurre es que salen hacia la tierra los primeros brotes. Esta pequeña raíz es la base que la semilla necesita para poder elevarse convertirse algún día en un gran árbol.
La práctica de yoga está asociada normalmente con conceptos como elevarse o estirarse incluso, con “iluminarse”. Sin embargo, es fundamental poner nuestra atención a nuestras bases, lo que realmente necesitamos para que esa elevación, ese estiramiento o esa “iluminación” puedan ocurrir.
Con nuestra intención y atención puesta en el arriba, difícilmente podemos construir las bases que nos impulsan a subir. Por eso, el enfoque de este mes en nuestro calendario es Enraizarse. Tener una base firme, y consciente, es el primer paso para crear las condiciones necesarias para la expansión y libertad que tanto anhelamos.
Los árboles nos ofrecen una metáfora perfecta. Aunque no veamos sus raíces podemos hacernos una idea de cuán inmensas y cuán fuerte son si miramos sus ramas. No hay elevación sin raíces fuertes. Además, cuando el viento sopla con fuerza el árbol se sostiene de sus raíces.
La práctica de yoga nos da la oportunidad perfecta para integrar estas ideas en nuestro cuerpo. Para poder alargar y expandir nuestra columna, nuestras piernas y pies deben estar bien fijadas en el suelo. Para poder elevar los pies del suelo, nuestros brazos, o cualquier parte de nuestro cuerpo que toque el suelo debe estar fuerte y estable. Hacemos hincapié en esto porque es muy fácil que nuestra intención se desvíe hacia donde queremos llegar saltándose el importante paso de poner la consciencia adecuada en el lugar donde estamos ahora.
Aprender a colocar bien los pies, integrar las acciones de las piernas, entender nuestra relación con el suelo sobre el que nos apoyamos es tan importante como construir el hábito de una práctica cotidiana de yoga y cualquier otro hábito saludable que forme parte de nuestra estructura diaria. Tanto colocar bien los pies como entablar rutinas de autocuidado son el principio de la grata sensación de elevación, o ese grato sentimiento que algunos pueden llamar iluminación.
Cada vez que estiramos un músculo, si este se activa conscientemente, es decir se contrae, al mismo tiempo que recibe el estímulo de estiramiento, esa flexibilidad que adquiere es saludable para todas las articulaciones, además, contraer, antes de expandir hace que la flexibilidad se adquiera más rápido. Esta protección que nos da la activación que precede al estiramiento relaja al sistema nervioso y permite que disminuyan el dolor y la lucha en contra del estiramiento. ¿Se entiendo como es tan importante ir hacia dentro y hacia abajo antes que hacia afuera y hacia arriba?
Además, cada vez que crezcamos, nos liberemos o nos elevemos, necesariamente hay que volver a la base, reubicarnos en ella, asentarla otra vez. Es decir que enraizarse no es quedarse anclado o fijo para siempre sin evolucionar, atados a nuestra zona de confort. Enraizarse es tomar en cuenta la base y restructurarla continuamente conforme vamos evolucionando. En nuestra vida y en nuestra práctica estamos en un constante pulsar. Integrar las polaridades entre los opuestos elevar y enraizar, es necesario para nuestro bienestar y fundamental para una práctica de yoga segura y progresiva.